*arte y ciencia: CARLOS DE BORBÓN Y FARNESIO, NIÑO (FUTURO CARLOS III DE ESPAÑA)

CARLOS DE BORBÓN Y FARNESIO, NIÑO (FUTURO CARLOS III DE ESPAÑA)
Autor: Jean Ranc (1674-1735)
Fecha: 1724
Localización: Madrid, Museo Nacional del Prado (n.º cat. P02334)
Características técnicas: óleo sobre lienzo; 145,5 x 116,5 cm


El retrato de Carlos de Borbón y Farnesio, futuro Carlos III de España, realizado por el pintor francés Jean Ranc (1674-1735), nos muestra al joven príncipe a la edad de seis o siete años elegantemente vestido, en el interior de una estancia ricamente amueblada. La actitud del infante, presumiblemente clasificando flores con la ayuda del libro abierto sobre la consola inmediata, ha llevado a considerar tradicionalmente esta pintura como una representación del príncipe Carlos estudiando botánica. Esta obra sería pues un referente visual del interés que desde niño mostró por las ciencias, que ocuparon un destacado lugar en su esmerada educación, una interpretación atractiva fundamentada acaso en el deseo y necesidad de generar, desde su infancia, la imagen del monarca ilustrado que andando el tiempo llegaría a ser.

El análisis pormenorizado del contenido del libro ha permitido, no obstante, nuevas interpretaciones, al desvelar que no se trata de un texto sobre botánica, sino que está compuesto de fragmentos tomados de distintas obras clásicas, cuyo significado resulta fundamental para la comprensión del cuadro. La inscripción que podemos leer sobre el libro abierto constituye una exhortación, a modo de “espejo de príncipes”, para que Carlos niño encaminase su vida y conducta de forma conveniente y apropiada a un futuro gobernante, sin olvidar la experiencia y el legado de sus antepasados. La educación, como fuente de conocimiento, se convertía en uno de los pilares básicos en su proceso de formación.

Los testimonios del paraíso natural, flores y aves, presentes en la pintura, que según el pensamiento ilustrado ayudaban a la existencia humana a lograr la armonía y la perfección, refuerzan el mensaje del simbólico retrato, en el que imagen y texto se necesitan y complementan. Las flores en sus múltiples variedades, lirios, rosas, tulipanes, peonías, claveles y narcisos, aluden a virtudes como la justicia, benignidad, constancia, tesón, fortaleza y misericordia, propias de los gobernantes. Las aves cacatúa y loro, funcionarían a la vez como emblemas del poder regio y símbolos de cualidades como la elocuencia y docilidad, al tiempo que el origen lejano de las mismas aludiría al vasto imperio de los monarcas españoles, la mayor de las responsabilidades sobre la que debían mostrar sus mejores capacidades de gobierno.

El origen de esta obra, quizás pareja del retrato realizado también por Jean Ranc de su hermanastro, el futuro Fernando VI, conservada igualmente en el Museo Nacional del Prado (n.º cat. P02333), justificaría el significado de la misma: crear una imagen para la galería de retratos de La Granja, testimonio del inicio de las responsabilidades cortesanas del infante, tras asumir las primeras obligaciones y compromisos que conllevaba el paso a la vida adulta, una vez superada su primera etapa de formación. Bajo la advertencia del esfuerzo y la prudencia como vías para alcanzar las mejores metas, se recuerda al joven príncipe sobre la importancia de distinguir entre el bien y el mal, a fin de determinar lo conveniente y apropiado, siendo el estudio y la educación las bases de un próspero futuro.

Bibliografía
Luxemberg, A., “Retrato emblemático e identidad: Carlos III, niño, de Jean Ranc”, Boletín del Museo del Prado, 19:37 (2001), pp. 73-88.

Riaza Moya, J., “El Retrato de Carlos III, niño por Jean Ranc, Hércules en la Encrucijada y la virtud del príncipe”, Reales Sitios, 174 (2007), pp. 4-23.

VV.AA., Carlos III y la Ilustración (Madrid: Ministerio de Cultura, 1988).

Concepción Lopezosa Aparicio

Deja un comentario